Los sacacorchos están destinados a la extracción
del corcho de las botellas de vino.
Normalmente se trata de una espiral metálica
sujeta a un mango, que puede ser de diferentes formas.
Los primeros sacacorchos aparecen en el siglo
XVII. Por aquel entonces el vino comienza a envasarse en botellas de cristal
soplado.
Con anterioridad, las botellas de vino se
empleaban, tan sólo, para su servicio.
Sólo cuando se consigue una boca estándar se
comienzan a emplear corchos para su taponado, y la botella se convierte en el
mejor modo de almacenar el vino.
El primer artilugio del que tenemos constancia es
un sacacorchos francés tremendamente complicado.
Al pasar del tiempo, los sacacorchos se van
simplificando y perfeccionando.
En la actualidad existen varios tipos de
sacacorchos, siendo el de "camarero" el que se ha impuesto al
resto:
Sacacorchos de camarero.
Propio del sector de la restauración, se puede plegar y guardar
en el bolsillo. Es el más cómodo y rápido de los pequeños, siempre que se
practique un poco.
Sacacorchos de alas.
Es el clásico sacacorchos casero que tiene dos manetas con las
que se hace palanca.
Sacacorchos industrial o de
pared.
Es el que tienen muchos bares y restaurantes adosado en la
pared y funciona por un sistema de presión y palanca, merced a su imponente
brazo.
Sacacorchos en T.
Se trata del más simple de todos. Consta de una espiral muy
fina y un mango que la cruza. El problema es que, para extraer el corcho, se
requiere buena maña y algo de fuerza.
Sacacorchos de láminas.
Es el único que permite extraer el corcho sin agujerearlo. Dos
láminas se introducen en el cuello de la botella y permiten la extracción del
corcho de manera limpia.
Sacacorchos de tenazas
En los vinos muy viejos, donde el corcho puede
estar más frágil y romperse con facilidad, es aconsejable utilizar el
descorchador de tenazas. Las finas tenazas se introducen entre el corcho y las
paredes del cuello de la botella. De esta forma lograremos sacarlo
entero.