CONTENIDO

Aunque si es verdad que en la cocina está todo inventado, siempre encontramos más y más recetas para compartir; así que os doy la bienvenida a este blog que no pretende otra cosa más que ser un gran archivo, donde además de poder encontrar más de 1.500 recetas de cocina entre saladas y dulces, ¡de momento! (que con vuestra ayuda esperamos que sean más), podéis encontrar también como hacer cócteles, bebidas caseras, conservar y congelar alimentos en casa, algunas recetas paso a paso para principiantes, conocer términos culinarios, despieces de las carnes, calendarios de las frutas, hortalizas, pescados y mariscos, alguna sección nueva que aún nos queda por añadir pero todo en esta linea y ya sabéis si hay alguna cosa que os interese en particular sólo tenéis que poneros en contacto con nosotros en:

pasionporcocinar@gmail.com.es





CONSERVAR LOS QUESOS


Estos artículos sobre los quesos los encontré en la página de Cristina Galiano.
Vamos a dividir los quesos en distintos grupos:
  1. quesos frescos
  2. frescos cremosos
  3. quesos blandos 
  4. quesos más o menos duros
1. Los quesos frescos al ser muy perecederos tienen un período de conservación muy corto que depende, como siempre, del estado de frescura que tengan en el momento de su adquisición.
Trasvasarlos cuando los abráis a un tupper pequeño y colocar en el fondo 1 o 2 trozos doblados en 4 de papel absorbente de cocina que irá absorbiendo todo el líquido que el queso puede soltar. Os sorprenderéis de los resultados.
Cambiar cada día este papel si estuviera mojado pues puede fermentar y oler mal.

2.  Los quesos frescos cremosos envasados en terrina, los de untar, una vez abierto el envase es preferible consumirlos antes de que se oxiden.
Si por cualquier motivo se quiere prolongar su conservación más allá de la fecha de caducidad que indica el fabricante pueden congelar con toda tranquilidad aunque ya no servirán para tomarlos solos como postre o untados sobre pan para merienda porque su estructura cambia, se rompe un poco haciéndose granulosa y además se ponen ligeramente acuosos.
Pero para preparar patés, salsas y cremas dulces y saladas… siguen sirviendo perfectamente secándoles previamente el líquido que sueltan. Como se van a mezclar o triturar con otros ingredientes como nata líquida, huevos, azúcar…, por ejemplo para las tartas de queso, o para preparar dips y patés de aperitivo…, no se notará en absoluto el cambio de estructura porque quedarán de nuevo completamente homogeneizados.

3.  Los quesos blandos como los típicos franceses Brie, Camembert,… se conservan bien en sus cajitas de origen y siempre en la nevera. Aunque llevan fecha de caducidad es preferible tomarlos cuanto antes pues están más frescos y jugosos.
Una vez abiertos, si se van a tomar en días sucesivos, se pueden dejar en sus mismas cajas envueltos con el mismo papel del interior, o mejor aun envolver este resto en lámina de plástico transparente y este paquetito guardarlo a su vez en el envase original, su caja de cartón o de madera.
Si compráis estos quesos sin envase, como el Cabrales, Roquefort, Gorgonzola… simplemente colocados sobre una bandejita de porespan recubierta de plasti-film, dejarlos así tal cual están, por supuesto siempre en la nevera  y sin llegar nunca a la fecha tope de consumo.
Sin embargo cuando los abráis es preferible, si os van a durar días, envolverlos como os acabo de decir con lámina de plástico transparente muy bien adherida. Si el queso es de olor fuerte o muy delicado como el Cabrales, el Roquefort o el mismo Brie.., es preferible tomar una precaución más e introducir este envoltorio en un tupper bien cerrado para que el contacto con el aire exterior sea mínimo.
Consumir todos estos quesos cuanto antes ya que si se les deja “envejecer” además de perder cremosidad se oscurecen y empiezan a oler ligeramente a amoníaco.

4.  Los quesos más o menos duros como los manchegos en todas sus versiones, tierno, curado y semi-curado, el de bola u holandés, el emmenthal que es el que lleva agujeros, el gruyer que no los lleva, el Gouda, el de tetilla, el de Mahón, el Idiazábal, el Cheddar… se conservan bastante bien envueltos con lámina de plástico transparente de gran calidad, es decir muy impermeable, o con varias capas de la lámina corriente para que el aislamiento sea mejor.
Aquí se pueden notar grandes diferencias de conservación con una lámina u otra y pueden empezar a crear moho más o menos rápidamente.
Si a pesar de todas estas precauciones el queso al cabo de muchos días se pone con zonas blanquecinas primero y después un poco enmohecidas, retirarlas raspándolas con un cuchillo, frotándolas con papel absorbente de cocina hasta que desparezcan o cortando el trozo simplemente con un cuchillo.
Podéis humedecer ligeramente el trozo de papel absorbente de cocina con aceite de oliva para eliminarlas más rápidamente. Frotar después el queso para eliminar cualquier vestigio de grasa.
El queso se enmohece porque a pesar de estar muy bien envuelto y a pesar de estar en la nevera su fermentación continúa.
A veces se recomienda, para evitar este enmohecimiento, meterlo dentro de un tupper con un trozo de pan duro que irá absorbiendo la humedad que se va a producir, pero este método no es del todo efectivo.
Pero hay otros 2 métodos muy eficaces, los que más, aunque requieren un pequeño desembolso inicial.
Todos los quesos que suelen enmohecerse al cabo de muchos días a pesar de todos los trucos que os acabo de contar se conservan estupendamente en unas queseras, grandes o pequeñas, de polietileno de gran calidad de una marca muy conocida. A mí me regalaron hace ya varios años una pequeña y es una delicia. En su tapa abombada tiene una especie de rejilla o membrana exclusiva que regula el grado de condensación del interior y que no hay ni que fregar puesto que nunca se ensucia, y mantiene los quesos durante más tiempo frescos y sin moho, evitando también olores en la nevera.
El otro método, magnífico, consiste en meter el queso en una bolsa que se llama de congelación, que lleva doble cremallera y un dispositivo especial, una pequeña bomba con la que se puede hacer el vacío en un momento. Y al no haber aire, no habrá fermentación.
La primera vez que adquiráis estas bolsas, de varios tamaños, comprar al mismo tiempo la bombita extractora que luego os servirá para usos posteriores cuando ya adquiráis solamente las bolsas. Desde que las estoy probando para este uso me parecen un éxito total. ¡Y están al alcance de cualquier bolsillo!
Para apreciar todas las cualidades del queso es importante sacarlo de la nevera 1 hora u hora y ½ antes de consumirlo procurando además cortar sólo la cantidad que se va a tomar.
Si se os olvida sacar con antelación el o los trozos que se vayan a degustar, se pueden atemperar en el microondas, a 300 vatios de potencia, en poquísimos segundos y dándoles la vuelta continuamente antes de que se calienten.
Pero hay que hacerlo despacio y con mucho cuidado porque si el tiempo es excesivo… ¡se os pueden empezar a fundir!
El queso no se debe nunca calentar, solo perder el frío y adquirir la temperatura ambiente.

EL QUESO RALLADO

Por Cristina Galiano, 21 marzo, 2012

Si usáis frecuentemente queso rallado podéis tenerlo siempre formando parte de vuestra despensa fría
Hay muchísimos artilugios caseros, rápidos y cómodos para prepararlo en el hogar, desde un robot multifunción, a los clásicos ralladores manuales de siempre, con o sin pilas, y rallándolo vosotros sabréis siempre lo que estáis comiendo.

Podréis incluso aprovechar algún resto que se ha quedado duro en la nevera por cualquier motivo, o uno que habéis comprado a propósito para rallarlo, y os ahorraréis bastante dinero puesto que el que os venden ya rallado y envasado es bastante más caro que el mismo tipo en pieza, y si es barato, mucho cuidado porque puede llevar hasta cortezas ralladas.

Guardar este queso recién rallado en un tupper redondo, lleno hasta arriba, comprimiéndolo un poco incluso con los dedos para que quede muy poco aire entre todas las partículas finas del interior.
Cerrarlo, levantar la tapa o la lengüeta para expulsar el poquísimo aire que queda en su interior y guardarlo en una zona fría de la nevera. Os durará así muchos días.


Si un día usáis la mitad nada más de este tupper, guardarlo lo más rápidamente posible de nuevo en la nevera, después de haber sacado el que necesitabais y recordar que esta segunda mitad se os conservará peor porque ya tiene aire en su interior.
Vigilarlo y antes de que críe moho, consumirlo.

Si queréis una conservación más larga congelarlo, como siempre al máximo de frío, y si lo usáis muy a menudo, también lo podéis tener casi permanentemente en el congelador, formando parte de vuestra despensa congelada o fondo de congelador.
El queso rallado, como el pan rallado o el perejil picado, tiene la ventaja de que aunque esté congelado no forma un bloque compacto, sino que se puede retirar con la punta de un cuchillo pequeño la cantidad que se necesita, sin descongelarlo, guardando de nuevo el resto en el congelador.