La Casa de Champagne Louis Roederer, inicialmente fundada como Dubois Père & Fils en 1776. Louis Roederer que heredó la empresa de su tío en 1833 nos ofrece 10 indicaciones básicas imprescindibles para servir y degustar el cava y el champagne con elegancia.:
Está considerado como una de las bebidas más exquisitas del mundo y más tradicionalmente relacionadas con la época navideña.
Aunque no se trate de una bebida que acostumbremos a consumir de forma habitual, para los días que se avecinan nunca vienen mal algunos consejos que nos harán quedar como verdaderos.
Se le ha de mimar desde el principio, prestando especial cuidado y atención tanto en el transporte como en el almacenaje. En este sentido, es importante almacenarlo a una temperatura constante.
Si no se dispone de bodega o cava electrónica, guardarlo en un sitio sin cambios drásticos de temperatura. Es un elemento esencial que podría estropear el producto.
Lo ideal es mantenerlo a una temperatura de siete grados unas tres horas antes de abrir una botella. En caso de que no dispongamos de dicho tiempo, una buena alternativa es conservar el champagne en una bolsa con agua y hielo unos veinte minutos.
Manteniendo siempre un dedo sobre el tapón, se desenrosca el alambre pero no se quita. Esto es importante porque el alambre aporta sujeción e impide que el corcho resbale en la mano. Seguidamente, se inclina la botella unos 45 grados mientras se sujeta el corcho con la mano izquierda (si se es diestro) y se gira la botella con la mano derecha, siendo mucho más fácil de abrir de esta forma. No debe encararse el cuello de la botella hacia los invitados, sino que debe ser descorchada debidamente con discreción, sin golpes ni sonidos fuertes.
Siempre se hará por el lado derecho del comensal, girando ligeramente la muñeca cuando se esté terminando de servir el champagne, para evitar que la botella gotee. Aunque lo cierto es que en la mayoría de los hogares se deja la botella en el centro de la mesa para que cada invitado se sirva la cantidad que desee.
Lo más sencillo y correcto es llenarla con dos tercios de agua y añadir cubitos de hielo, dejando un margen de diez centímetros hasta el borde. En el caso de que se meta una botella que venga de temperatura ambiente se puede añadir un poco de sal a la cubitera para acelerar el proceso de enfriamiento. No es recomendable utilizar el congelador.
Del mismo modo que se cuida la mantelería, decoración y todo el menaje para que nuestras mesas queden perfectas, la cubitera no debe ser menos.
Recuerde, para evitar que el vino se desborde, más vale resignarse a servir en dos etapas. El truco consiste en servir una primera cantidad de vino, lentamente e inclinando la copa; al deslizarse el champagne por la pared se promueve la formación de burbujas.
Sin dejar de distraer a su invitado para que no se impaciente, marque una pausa mientras espera a que la espuma baje, y luego sirva por segunda vez hasta la mitad o las dos terceras partes de la copa; de este modo, los aromas se concentran y las burbujas pueden desarrollarse.
Para mantener este volumen más o menos constante durante una comida, tendrá que estar pendiente de las copas de sus invitados con el rabillo del ojo para irlas llenando con regularidad.
Según los usos tradicionales, se calcula una media de 6 copas por botella, aunque como es lógico, todo depende del formato y del volumen de las copas servidas; hay quien le pedirá solo un fondo, mientras que otros estarán encantados con un servicio generoso.
¿Cómo calcular entonces el número de botellas que necesitará para una recepción? Tenga presente, en función del número de invitados, que una botella le permitirá servir entre 5 y 8 copas. Duplique esta cifra en el caso de un magnum y aumente en esa proporción para los demás formatos
Para sujetar una copa de champagne con estilo, hay que sostenerla por el tallo. No sólo evitará las infames huellas de los dedos sobre el balón, también impedirá que el vino se caliente demasiado deprisa debido al calor de su mano.
De este modo, podrá dejar que su mirada se pierda en el baile de las burbujas y el color de la capa, sin la interferencia visual de sus dedos. Esta indicación se refiere a las flautas y las copas de vino: la copa de champagne ancha, en cambio, se sujeta por los bordes, evitando posibles derrames.
Una vez sujeta la copa como es debido, no tenga reparos en alzarla a la altura de los ojos; a continuación, aspire los aromas del vino antes de saborearlo. El gesto es bonito y el placer, completo.