Con los tiempos que corren tirar la comida supone
un impacto social, económico y medioambiental. Por ese motivo vamos a ver unos
consejos para reducir los desperdicios de alimentos:
Serviremos pequeñas cantidades de comida. Es mejor
repetir plato a que sobre comida en ellos. Esta comida se guarda en recipientes
adecuados, etiquetados con la fecha de su congelación, fecha de consumo y el
nombre del producto.
Platos
preparados:
Se pueden congelar todo tipo de guisos. Lo más
práctico es hacerlo en unos tapers aptos para el microondas, de esta manera
podemos realizar la des-congelación y calentarlo en el mismo taper en el
microondas. Al comprar estos tapers debemos fijarnos en la
parte inferior si sirven para congelar y para el microondas y tampoco estaría de
más mirar si sirven para el lavavajillas, pues es genial al lavar a altas
temperaturas.
Patatas y
pasta:
Aunque se sí que se pueden congelar yo no os lo
recomiendo ya que las patatas se endurecen y la pasta se ablanda
Verduras:
Sirven para al día siguiente podamos preparar un apetitoso
puré o una suave crema.
Carne, pescado o pollo cocido:
Podemos utilizarlo para hacer croquetas,
empanadillas, rellenar pimientos, dar más sabor a un caldo o a una sopa, para un
estofado, incluso, para una ensalada.
Frutas algo tocadas:
Con ellas podemos preparar ricos postres,
cómo compotas, macedonias, batidos naturales, mermeladas, bizcochos o tartas, guardarlas en
almíbar, o utilizarlas en ensaladas.
Salsas:
Se pueden congelar en pequeñas
porciones, de forma que sólo descongelaremos lo que necesitemos consumir.
Huevos:
A punto de caducar los podemos cocer y
prepararlos rellenos de atún, también puedes picarlos e incluirlos en ensaladas,
sopas o cremas, revueltos con restos de verduras, carnes o pescados.
Yogures:
Se pueden utilizar para hacer vasitos con frutos secos,
miel o con unas cucharadas de mermelada,
como salsas y aderezos en las ensaladas.
Cuña de queso:
Dura la podemos rallar o podemos acumular unos
cuantos restos para hacerte una fondue. Es una idea es perfecta para sacar
adelante salchichas disparejas o ese filete solitario de la nevera, las fondues
de carne son estupendas.
Pan del día anterior:
Tiene mil y una vidas, se puede convertir en unos
picatostes para el puré o para una ensalada, tostarlo para desayunar, para
acompañar unas lentejas o una sopa francesa de cebolla.
Pasta o arroz:
Apartamos lo primero lo que no vayamos a comer
(sin mezclar con la salsa o los condimentos) y los guardamos en un taper en la
nevera, para hacer ensaladas o como guarnición de la carne o el pescado.
Tomates:
Se pueden congelar. Cuando estén a punto de
pasarse, los guardamos en el congelador, aunque antes tenemos que escaldarlos
durante 10-15 minutos en agua hirviendo y después pelarlos, nos servirán para
todo tipo de salsas calientes en platos de arroces, pistos, pastas, pescados
como el bonito o la carne en tacos. No perderá ni una de sus propiedades.
Lonchas de fiambre o queso:
Que quedan sueltas por la nevera son perfectas para rellenar
quiches o hacer pizzas caseras.
Patatas cocidas:
Podemos hacer un buen puré de patatas, ensaladas camperas,
ensaladilla rusa, tortillas o para acompañar estofados.
CONGELACIÓN:
También tenemos esta solución para reciclar más adelante las comidas sobrantes:
Platos
cocinados:
Hacer comida de más cuando se
cocina resulta muy útil para solucionar la comida de otros días en los que no se
pueda guisar. Se pueden congelar todo tipo de guisos. Lo más práctico es hacerlo
en un envase apto para el microondas, lo que posibilita que la des-congelación y que el calentamiento posterior se realice en el propio envase.
Legumbres, sopas y
purés:
Hay que pasar la batidora antes de
servirlos.
Salsas para las pastas
y lasaña:
Se conservarán a la perfección sin
perder su sabor ni propiedades.
Para congelar los alimentos cocinados debemos
esperar siempre a que se hayan enfriado del todo para meterlos en el congelador
y de esta forma no alterar la temperatura del resto de los alimentos
almacenados.